El gobierno de Juan
Manuel Santos está excusándose en que a Colombia le vaya bien en las pruebas PISA
para imponer una serie de políticas educativas en torno a este propósito. Ha
optado por la tarea de estigmatizar a la escuela pública con la pretensión
ideológica de destruir lo público. Todo este paquete de medidas implementadas están
colmando al sistema educativo nacional con multiplicidad de vicios que van en
detrimento de la calidad educativa. La realidad es que los resultados de las
pruebas PISA no definen lo que debe ser la calidad de la educación colombiana.
Estas pruebas se utilizan como un instrumento de poder para controlar de manera oculta los currículos; es una forma de incidir en ellos y buscar que los sistemas educativos se adapten, hagan cambios y se organicen de acuerdo a las imposiciones de formación basadas en las necesidades laborales del mercado laboral actual. Por eso, se aplican y difunden masivamente.
Estas pruebas se utilizan como un instrumento de poder para controlar de manera oculta los currículos; es una forma de incidir en ellos y buscar que los sistemas educativos se adapten, hagan cambios y se organicen de acuerdo a las imposiciones de formación basadas en las necesidades laborales del mercado laboral actual. Por eso, se aplican y difunden masivamente.
Para ello, hacen selección
de las áreas y no indagan en todas las que componen el currículo de las
instituciones, porque hay contenidos que les interesan únicamente para la
formación del capital humano. En consecuencia, solo indagan en las habilidades
que requieren, específicamente cinco de ellas: matemáticas, lenguaje, ciencias,
formación en tecnología y competencias ciudadanas.
Incluso, entre las
mismas materias hacen diferenciaciones. Por ejemplo, en matemáticas no
preguntan nada sobre teoría de conjuntos ni lógica matemática, solamente les
interesa la habilidad de resolver problemas, porque estas sirven para formar
habilidades, competencias para el desarrollo y el saber hacer. El telón de
fondo es adaptar la educación a los requerimientos de la OCDE, sin analizar si
eso es lo que le conviene al país.
No hay producción de
conocimientos, ciencias y tecnologías. Eso debido a que las pruebas son
estandarizadas, homogéneas y, en esa medida, no indagan sobre realidades
particulares en lo cognitivo, en lo contextual. Desconocen la importancia de la educación física, artes, ética o estética, las cuales son esenciales en la
construcción de la personalidad y el carácter.
La educación media se
ha convertido en formación de mano de obra, ha sido desarticulada y la
formación técnica cada vez se ha precarizado más. Prueba de ello es la
situación de los colegios técnicos que han sido desmantelados paulatinamente,
adaptando sus currículos a los requerimientos de las entidades internacionales,
con la excusa de brindar herramientas a los estudiantes para que puedan salir a
buscar empleos. Con esto también se cierra la posibilidad a los estudiantes de
acceder a las universidades públicas, que cada vez ven más recortados sus
presupuestos.
Los padres de familia
deben confiar más en las instituciones educativas y no en los dictámenes que da
la prensa a partir de esas pruebas. Porque su objetivo es intrínsecamente
económico, no social. En respuesta, se debe volver la mirada a lo
institucional, donde se conoce lo que realmente está pasando.
En contraste, FECODE considera que se necesitan políticas que reconozcan la educación como un derecho humano fundamental y que abran horizontes para los proyectos pedagógicos alternativos. Los recursos económicos que se destinan a hacer posible estos exámenes deberían invertirse en las dotaciones materiales de las instituciones educativas.
En contraste, FECODE considera que se necesitan políticas que reconozcan la educación como un derecho humano fundamental y que abran horizontes para los proyectos pedagógicos alternativos. Los recursos económicos que se destinan a hacer posible estos exámenes deberían invertirse en las dotaciones materiales de las instituciones educativas.
La propuesta de FECODE es
avanzar en unas condiciones físicas mejores para las instituciones, en mayor
financiación, que se defienda el carácter público, que se construyan visiones
alternativas sobre el currículo para la formación del estudiante y la
democracia en la escuela y, a partir del ahí, se indague cualitativamente sobre
el acontecer de lo educativo no sobre cifras estadísticas cerradas y uniformes
de la realidad. Existen otras alternativas que son las evaluaciones
cualitativas, pero no se pueden aplicar de manera masiva, homogénea y uniforme,
sino con un seguimiento integral al progreso intelectual del o la estudiante.
En Colombia, nos ha
faltado mucha autorreflexión para el crecimiento, por estar copiando modelos de
otros países; las pruebas se utilizan para seguir imitando recetas que no nos
sirven. Los fines de la educación ya tienen unas bases en la Ley 115 de 1994,
ahora cada institución debe encontrar las herramientas para desarrollar esos
fines. Si una institución construye su Proyecto Educativo Institucional con el referente
de tales objetivos y mira en qué medida avanza a la consecución de ellos, va
por buen camino. Ese parámetro hay que alimentarlo con experiencia,
investigación, estudios, reflexión y para eso es el llamado al Proyecto Educativo
y Pedagógico Alternativo –PEPA-.
buena reflexión, estoy de acuerdo.
ResponderEliminarNecesitamos contextualizar la educación a la realidad del joven, a su entorno, a las necesidades de la sociedad y del mundo productivo.
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